Creado en el 2008, el Banco Mundial de Semillas, ubicado en la isla de Spitsbergen (Noruega), almacena semillas de miles de plantas de cultivo de todo el mundo. Su propósito es preservar un tipo de cada una de las semillas existentes en todo el mundo; para ser recuperadas en caso de desaparición a causa de catástrofes naturales o conflictos bélicos.
La ‘bóveda del fin del mundo’ ha recibido 22.000 recientemente nuevos ejemplares, provenientes de diferentes países. Hoy en día, el banco cuenta con 1.125.419 de semillas, con 5.481 especies y 89 bancos de genes, de acuerdo con la página web de la organización. Los bancos de genes de Sudán, Uganda, Nueva Zelanda, Australia, Alemania y el Líbano colocaron varios tipos de muestras (mijo, sorgo y trigo), para renovar sus colecciones.
El Centro Internacional de Investigación Agrícola en Zonas Áridas, realizará una reposición de alrededor de 8000 nuevas semillas; ya que realizó tres retiradas de semillas en los años 2015, 2017 y 2019 (Siria, Líbano y Marruecos).
La existencia del Banco de Alimentos es una medida de precaución ante las situaciones catastróficas o bélicas. La Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO), mencionan que cerca del 40% del aporte calórico proviene del maíz, el trigo y el arroz. Por lo tanto, si las cosechas se ven afectadas por el cambio climático, el suministro de alimentos también se vería dañado.
La bóveda del fin del mundo ha permitido recuperar la colección de semillas destruidas en Siria durante la guerra civil de manera sistemática; demostrando que este gran almacén funciona como un seguro para el suministro actual y futuro de los alimentos y garantizando la seguridad alimentaria mundial.
La Bóveda Global de Semillas de Svalbard, propiedad de Noruega abre sus puertas en pocas ocasiones para evitar la exposición de sus bancos de semillas al mundo exterior. El banco abrió nuevamente sus puertas durante los meses de junio y octubre.