Las grasas cuidan tu corazón.
Según EFSA (European Food Safety Authority), la mínima ingesta de Omega-3 es de 1.5 gramos y la máxima de 5 gramos. Los Omega 3 son ácidos grasos esenciales, es decir, nuestro cuerpo no los puede sintetizar y solo los podemos incorporar a nuestro organismo a través de la dieta, con la ingesta de pescado, marisco y algas, en forma de ácido Eicosapentaenoico y ácido Docosahexaenoico (EPA y DHA), así como de algunas semillas y aceites de vegetales terrestres, como las nueces, las semillas de lino, la colza o la soja en forma de ácido Alfa Linoleico (ALA).
El omega 3 se ha ganado un espacio importante en el tratamiento de dolencias cardíacas, dado que el consumo de los ácidos grasos que contiene reduce el riesgo de padecer enfermedad coronaria y la presión arterial. Los ácidos grasos omega-3 fortalecen las neuronas, ayudan en la prevención del cáncer, la depresión, la inflamación y el Trastorno de Hiperactividad con Deficit de Atención (THDA), por lo que se han convertido en un aditivo relevante para la industria alimentaria, sobre todo, porque el cuerpo no produce los ácidos grasos omega 3 y sólo se obtienen a través del consumo de pescados, frutos secos y la linaza.
La demanda de omega 3 está en auge debido al enfoque del consumidor en la salud personal y la sustentabilidad. De esta manera, existen soluciones para la industria, como aceites extraídos de forma sustentable que aportan beneficios nutricionales al consumidor final.